Entre Sueño y Realidad
Duermo tan poco, que estoy en la línea exacta entre dormido y despierto. Mi pequeña gatita Emilia me acompaña en las noches, con ronroneos tan sutiles que me hacen olvidar. Despierto aún de noche, cansado, y espero el amanecer para partir. Llego de noche, humedecido, entonando alguna canción conocida.
No puedo soñar. Confundo un poco las cosas. Creo haber conversado con algunos. Se los recuerdo. A veces me miran sorprendidos, a veces me siguen la corriente. Saludo a gente que creo conocer en sueños.
Me río de las cosas, de la gente, de la sociedad. Sonrío a la señora que me vende el pan, a la secretaria del colegio, al cuidador de autos. En casa, mientras reviso documentos en mi habitación junto a la Emilia, observo cómo un vecino juega con su hijo en el parque por las tardes.
Escribo las ideas que me llegan, aunque no sepa si fue pensando o en sueños. Me confundo, pero camino alegre por los caminos. Este andar de ensueño vuelve todo este otoño en una nostalgia conocida. A veces, tan poco dormir hace que confunda los días. Quisiera soñar, pero estos meses me ha costado mucho.
Yo miro a los ojos, cuando hablo, como tratando de decir a la otra persona que estoy unido a ella. Conecto mucho con la interioridad de las personas porque trato de entender también lo que sueñan. ¿Pero qué sueño yo? Hace meses que me cuesta mucho.
Yo sólo ayudo a los demás a entender sus propios sueños. Duermo tan poco. Emilia duerme más.
El tiempo pasa.
...
...
Anoche, por fin, soñé. Soñé que me abrazaban...
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