Resiliencia



Yo he dejado de sufrir frente a los horizontes siniestros del tiempo.
He perpetuado el diapasón eterno de lo indescifrable,
Sobre la arena del tiempo me aprendí mi rostro magullado de heridas
Me aprendí el silencio: de memoria.
Tengo un espíritu forjado de ímpetu en mi memoria, desprovista del tiempo,
Memoria que no es nada sin el universo, y que se ancla en él,
Soy un errante de la existencia que lucha retorcido hacia sus enigmas.

Yo he dejado de sentir compasión por los devenires de las nebulosas.
Acumular saberes en mi conciencia ha fortalecido mi esencia:
El conocimiento se limita a sí mismo, la realidad es sólo una idea,
Todo: es pensamiento.
El espacio – tiempo se crea en quien lo percibe,
Y estoicamente me he forjado una existencia con sentido.
La perpetuidad del yo provoca la ilusión de la realidad
Mientras camino desolado por un recuerdo que es un sueño.

Yo he sufrido, yo he sufrido, por los amaneceres teñidos de negro
Me he dejado solitario, cabizbajo, herido sobre una tumba
Bajo una estrella de la cual todos olvidaron el nombre
Caminando de lado de quien creí, me acompañaba.
Siempre fui yo mismo, anhelando mi existencia,
Desprovisto de la conciencia que sobre los pesares se sodomizaba,
Crecí, como todos, bajo la sombra de un árbol y de un sol que no falla
Y me enseñaron a reír frente a las nubes que se cruzaran en mi camino.

Yo he querido, yo he querido, como he nacido para querer,
Mis manos me acompañaban y me enseñaban a acariciar lo humano.
Mi padre noble, orgulloso, como el alma del mundo,
Ha forjado en mí un espíritu de fuego y un alma etérea inquebrantable.
Mi madre pura, amada, de la vida y el amor en esencia,
Me enseñó a amar, y a confiar, y a creer en la existencia.
Todos los que caminan en los giros de los tiempos,
Hermanos, amigos, compañeros de tardes deseadas en la crispación,
Han forjado en el destino un lazo irrompible e irrepetible.

Alma mía, vida mía,
Dioses eternos de lo no comprendido,
Yo en vuestro universo siempre he mostrado honroso mis heridas,
Siempre de pie, sostenido, he mantenido mi existencia
Al puro hedor, cristalino, de un océano de ilusiones,
Cada mañana desorientado he sido valiente y he abierto los ojos
Y el mañana no me asusta más que la sombra de la luna.
No me asusta el vacío,
No me asusta el silencio,
No me asusta el infinito, la destrucción del universo,
Mientras exista la existencia, que está forjada fuera de mí.
El yo mismo y lo acaecido, no me asusta ni como los hechos,
No me escondo de la sincronía de los eventos cuánticos aleatorios,
Porque el caos me da existencia, al universo y a mí, que es lo mismo,
Y no me tengo más que al mundo, que la existencia vino a crear.
Yo existo fuera de mí, dentro de mí,
En el cielo y en la tierra, en el pasado y en el futuro,
En lo incierto y en lo sabido, en lo fortuito y en el orden,
Todo existe, y eso basta…
El recuerdo del sueño, la existencia y la emergencia de la nada, 
Me ha dejado percibir que el pensamiento existe.

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