Equinoccio de Primavera
Las tardes se suceden casi sin
necesidad. Trato de estar solemne frente a las exigencias del día (que me exige
más debido a los remplazos), de sonreír a los que comparten sus días conmigo
(aunque ellos no me sonrían de vuelta) y cumplir en lo que se me pide. Llego al
colegio sin prisa. Silbo alguna cancioncilla. Preparo mis clases pacíficamente.
Llega el director a hablarme de
un problema, sonriendo afablemente. Me ofrece un cigarro mientras me habla, que
rechazo cortésmente. Luego que termina de hablarme, le respondo con una
sonrisa. No veo el problema. Le digo mi posición claramente, resolviendo el
drama. Él se sorprende. Yo me sorprendo que se sorprenda.
Veo tristemente el olvido de una
llave: no podré tener el taller de música con mis retoños el sábado. Trato de
sonreír frente al infortunio. Trato de adaptarme. El encargado de UTP felicita
mi entusiasmo, y me da palabras de consuelo debido a la desorganización. Le
agradezco, de nuevo, sonriendo.
Estoy en paz, tratando de hacer todo
de la mejor manera. Trato de motivar a mis alumnos, de todas las formas que se
me ocurren. Demostrarles que me preocupan, que pienso constantemente en cómo
enseñarles mejor. Ellos son todo lo que tengo: los hijos que nunca tendré, los
amigos que nunca se irán, el destino de un mundo que todos queremos ver mejor. Trato
de buscar explicaciones en el cielo cuando ellos no me quieren oír. No es su
culpa, es de nosotros que les hemos entregado un mundo hostil. Trato de
entender el firmamento, a ver si me ayuda en mis labores. Y veo alegremente
cómo el mundo espiritual y el material se equilibran en este equinoccio. Las
ramas de los árboles que acarician, las nubes que se alejan tibias, las hojas que
asoman tímidamente, el rocío que humecta todo con la miel del sol.
Ya casi ni me alcanza el tiempo,
pero lo intento. Subo las escaleras casi corriendo: tengo que viajar a clases a
Concepción. No alcanzaré a almorzar. Debo buscar los libros que olvidé encima
del escritorio. Me asomo. La veo. ¿Por qué diablos no puedo evitar sonreír?
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