Sinfonía de un Hombre Loco

Me he dado cuenta que sólo se puede ser feliz dentro de uno mismo.
Me he cansado de tratar que los pensamientos calcen, con la realidad.
Me he cansado del desprecio,
De la soledad,
De los días que pasan, incansables,
Me he cansado de la soledad misma que se torna siempre eterna.

Porque el mundo da vueltas, alocado, por donde no sabes dónde.
Porque las mentiras que otros dicen siempre terminan en mis pensamientos.
Porque las marcas, del tiempo, parecen rebotar en sí mismas,
Y ancladas en mis memorias no me dejan proseguir la ruta.

Me he dado cuenta que sólo se puede ser feliz dentro de uno mismo.
Las mañanas,
Las noches,
Los amaneceres teñidos de soledad.
Me he dado cuenta que los sentimientos siempre terminan donde ellos quieran,
Retorcidos,
Como laberintos desolados que se mezclan con lo que he perdido.
Me he dado cuenta que sólo se puede ser feliz dentro de uno mismo.
Que las compañías sólo han durado lo que dura la hipocresía,
Que los abrazos siempre son dados, a uno mismo.
Porque me he cansado de recorrer los caminos de la piedad,
Los destrozos de los recuerdos que las palabras dicen ocultas
Cuando la verdad las alcanza y se contradicen a sí mismas.

Y cuando me despierto en noche eterna, oscura como un lamento,
Encontrándome despierto en ese tiempo que sólo percibo yo,
Me doy cuenta que sólo el recuerdo de lo que he sido me resguarda del silencio
Inquebrantable de la melancolía que otros miran y menosprecian.
Y cuando me levanto, en luz de día, pasajero a mis propios pasos,
Sumergido en la nostalgia de todo lo que amé y ya no está,
Muevo cada paso contradicho sólo por querer seguir la corriente
De todos los que en sus caminos no se han dado cuenta de su locura.

Me he dado cuenta que sólo se puede ser feliz dentro de uno mismo.
Me he cansado de esta realidad, que tardíamente, se hace añicos.
Se caen las verdades como se caen las teorías, insufribles,
Hacia la infinitud del cielo que burlescamente nos sonríe.
Porque no hay un espíritu más resiliente que mi propia soledad
Marchita en el acto mismo de darse cuenta que está loca
Y mancho mis actos con la irreductible razón de lo sensato
Para camuflarme seguro entre los que arman sus destinos,
Marcho hacia el objetivo que todos encaminan
Sospechando desde adentro la cruda verdad de una epifanía,
De que todo está lleno de un sin sentido recurrente
Sin almas y sin mezclas,
Sin tiempos y sin penas,
No tiene sentido el tiempo, vivido al revés del universo,
No tiene sentido lo dicho, que más tarde se contradice,
No tiene sentido el viento, las tormentas,
Las mareas, las sirenas,
Las caminatas, los destrozos,
Las creencias, los anhelos.

Me he dado cuenta que la única seguridad está dentro de uno mismo,
En vano trata el loco de demostrar el sin sentido de la realidad.
Las miradas que se pierden entre los amantes que se idolatran,
Los besos presagiados que sólo tienen sentido mientras duren ellos.
Y ese manto de crueldad que parece haber llenado mis recuerdos,
Despojando toda irrealidad de lo que me quedaba por vivir.

Me he dado cuenta que la única compañía está en uno mismo,
Acompañándome en el silencio que irrevocablemente he de sufrir,
Porque no hay destinos en los que no esté como un loco cuestionando
La absoluta duración de este presente inefable.
Y ese velo de los dioses, tapando todo con su mirada fatua
Desolado el instante mismo en que nos creemos estar vivos,
Que cuando lo miras detenidamente no hay más remedio que la locura
En la que puedes estar seguro siempre y cuando no lo digas.

Y esta danza eterna que se torna a sí misma llamada realidad
Necesita de una sinfonía que demuestre al espíritu lo que existe,
Dentro de una soledad percibida en la infinitud del universo
El ser que percibe, como demente, dándole un sin sentido a todo,
Necesita el compás, el único compás, que ponga fin a esta algarabía
Que colma los espíritus de lo que ellos han llamado existencia.

Me he dado cuenta que sólo se puede ser feliz dentro de uno mismo. 

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