Solo



Caminé por entre sombras y la oscuridad
asolado por lluvia y despojo de vida
y con el continuo pasar de los días
se iba tejiendo en mí
el rostro de un hombre amargado,
la niebla me asechaba en las noches
buscando algo que creía que era suyo.

Yo me encontraba extraviado
carente de un lazo que me atara
a la existencia de mi alma.

Pero con el pasar de los tiempos
se fue moldeando la figura
casi transparente de una mujer
presente en mis sueños
y convertida en caminos para mis pies.
Yo era un hombre ciego
pretendiendo en mi memoria sublime
un mundo crear de mis deseos egoístas.

Los caminos, con el tiempo,
fueron ampliando su regocijo
y me acogían en su presencia
de vivir orientado por las luces de ensueños

¡Cómo fui tan ciego que no logré ver
en todos los pasos dados
las señales del amor
y de la mujer de mis sueños!
Era demasiado egoísta
y estúpido, lo sé,
que no logré tomar en calma
los signos de la compañía del alma
y acogerlos en mis temores de hombre.

Porque he encontrado el amor
y recién me he dado cuenta
de lo que realmente significa
y que nada de lo que un hombre pueda desear
es más grande que esa parte del día
en que estamos sólo tú y yo.

En los giros de los tiempos
nuestras nubes decidieron cruzarse,
atarnos con sus manos
y fundirse en actos infinitos
que lograran a nuestras mentes
enseñar lo que es amar.

Y con el paso de los años
la imagen de esa mujer amada
se fue convirtiendo en sueños
de un hombre anhelando
otra vida vivir.
Cuando siempre estuvo esa amada
sentada al lado de mis pies
tomándome lentamente la mano
sin prisa en que el tiempo
comprendería sus designios.

Esa amada siempre fue mía
siempre viva imagen de mis sueños
y sólo mi ceguera estaba
negando lo que el amor significaba.


Ahora las tormentas me atacan
y claman lo que por justicia
en los pasajes de los tiempos
a mi alma le otorgaba.

La amada ya no está conmigo
y sólo ahora me he dado cuenta
los tiempos me señalan
lo que el camino del dolor
a mis pasos me preparan.

Y por más que clamo el nombre
de la bella mujer anhelada
a mi voz no responde la amada
y se encuentra, triste y consternada.

Pues nunca en el paso
de los días del mundo entero
logré darme cuenta que era ella
quien me guiaba en mi vida ciega;
Mi espíritu se encuentra incompleto
en el devenir de una vida solitaria.

Amada mujer, compañera anhelada,
realmente ahora puedo ver
que en la vida no me queda nada.

Que mi guía siempre fuiste tú
y que mis deseos sólo existen
en donde se posen tus miradas.
Fui un hombre cegado por sus errores
equivocado en el camino
que la vida me deparaba.

Pero es ahora, que me veo destruido
y que comprendo en mi dolor
lo que en realidad necesitaba.

Siempre te tuve a mi lado
caminando juntos,
hacia el destino que soñabas.

Y sólo en tí puedo ver
después de todas las cosas
lo que a un hombre le hace falta.


Creado por David Rodríguez.
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