La Ciencia de los Desconocidos (A la Memoria de Ray Bradbury)
“Y el tiempo no se detendrá”,
dijo,
el sabio hombre contemplaba la vida
mientras los vientos de un día cálido
soplaban sus mejillas de hombre viejo
y unas manzanas doradas florecían
al son de las crónicas marcianas.
El hombre contemplaba los cielos
en una contemplación casi fortuita
miraba lentamente cómo el tiempo
anonadado, permanecía frente a él
¿Por qué la tierra no dejará de
girar?
Se preguntaba el hombre sabio.
Podría permanecer casi oculta
inmóvil en la finitud del infinito
¿Cuándo los amaneceres dejaron de
sentir
a las personas que pasaron fijas frente
a él?
aún el hombre sabio construía las
historias
inmóvil, de pie frente, al mundo.
Las doradas manzanas del sol
le recuerdan la gravedad del tiempo
y el hombre, pensativo, frunce el ceño,
como buscando objetos perdidos
en la viscosidad del aire.
La verdadera esencia de la vida
pasajera
era un verdadero remedio para
melancólicos
y mucho después de la medianoche
aún el hombre sabio meditaba en
silencio
cuando las miradas de luz se apagaban
dentro de sus pensamientos perdidos
los fantasmas de lo nuevo
le asechaban por dentro
y el ruido de un trueno
le despertaba al amanecer
La muerte era un asunto solitario
dentro del alma de este hombre sabio
ahora y siempre,
y mientras dure el eclipse del momento
sus palabras perdurarán
sobre los giros de los tiempos
De la ceniza volverás,
hombre sabio y pensativo
acercando en tu memoria
las reflexiones de un mundo entero.
Creado por David Rodríguez.
Propiedad Legal y Derechos Reservados.
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