Encontrarnos
¿Quiénes hemos sido?
A veces cometo el error de querer demasiado a los demás, de dar todo por ellos, de dar todo mi tiempo para ellos, pero no de dedicar tiempo para mí mismo.
Estos días hay una tormenta en todo el valle. Tornados, vientos, lluvia. Los espíritus están inquietos, hablan a gritos y casi nadie parece escucharlos. Pero en las noches de luna, con esos millares de estrellas creadoras de realidad, dejo de ser yo y los espíritus hablan en la oscuridad.
Cada noche es un encuentro conmigo mismo.
Pocas veces me pongo a pensar en lo que he logrado, en lo que puedo hacer, en los talentos que he podido desarrollar. Sobretodo, porque casi nunca me los recuerdan. Entonces, sólo me dejo fluir y no me doy cuenta que lo mejor que puedo hacer es entregar todas las energías que tengo hacia mí mismo. Mi guitarra, mis manos al escribir, mis ojos al hablar con el corazón, mis dedos al dibujar.
Ahora la vida ha hablado. Me ha demostrado que todas las energías y cariño que he entregado a ciertas personas no han sido devueltas, o al menos, no de la forma en que yo esperaba. No es culpa de ellos, sino de mi inmadurez de haber pensado que tenían que hacer algo. Cada persona debe dedicarse a superar y mejorar su propio destino, y no malgastar energías en tratar de mejorar la vida de los demás. Yo sólo me dedicaré a quererlos como siempre, desde lo más profundo de mi corazón.
Encontrarme a mí mismo.
Nadie se preocupará de mí mismo, tanto como mi familia. Son parte de mí.
No he sabido discriminar quiénes son valiosos en la vida, y quiénes no.
La única libertad y encuentro es cuando uno se encuentra a sí mismo.
Ahí no hay límites, no hay distancia, no hay dudas.
Cuando mente y corazón están unidos, es cuando en verdad soy yo mismo.
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