Ciudad de Los Ángeles

Ciudad de recuerdos hechos y eternizados
Y las calles te entrecerraban sobre mis pasos
Anhelante, contemplé el atardecer sobre mis hombros
“Hola”, “cómo te llamas” me acostumbré a escuchar
Y sobre el recuerdo de un silencio contemplar cómo se iban las horas.
Llego a una ciudad,
Ansío otra,
Me pierdo en calles que más tarde son mis amigas,
Me aprendo nombres de negocios, números de teléfono,
¡Te quiero!
¡Te quiero!
Y aún después de conocerte y olvidarte resuena tu nombre en mi memoria,
Como personas que marcaron una cicatriz en mi cabeza,
Resaltaron y dibujaron una sonrisa en mi rostro.

Ese abrazo dado en la mañana de ese invierno
Cuando el sol no quería saludarnos hasta después de las diez,
Se pierde en la solemnidad de una memoria marchita
Que deja tras sus pasos las ciudades que visité y recordé.
Ahora que las manos y el papel son mi escondite perverso
Resuena en el espacio en blanco el beso que me diste al despedirnos,
Y esa mano que rozó la mía cuando tomábamos el colectivo
Haciéndome olvidar ese otro amor que aún duele en el silencio
Pero que cada vez me entrega más sonrisas en la nostalgia.

Eras inconstante, excepción, a todas partes,
Eras dudas en el menú del almuerzo pero risas de atardecer,
Y mientras las calles me entrecerraban, y estrechaban,
Sobre un abrazo de bolsillos vacíos e incertidumbre laboral,
Yo caminé,
Solitario,
Con mi sonrisa irrompible mirando siempre al frente,
¡Aquí estoy, cielo!
Y no temeroso de tus golpes,
Porque la vida siempre ha sonreído al mismo muchacho,
Lleno de granos e ideas sobre la vida que se le van,
Lleno de entusiasmo y contradiciendo al mundo
con sus risas a las siete de la mañana.

Y mientras las calles se entrecerraban,
Y me mojaban de lluvia corriendo para encontrar el bus,
Mis amigos me preparaban una once llena de conversaciones
Y yo con bolsillos vacíos sólo tenía cariño para entregarles,
Y mientras la excepción,
Ella,
Me enseñaba a dudar más del destino
Asombrado por la belleza de unos ojos amarillos no pude ver el giro,
Y me perdí en septiembre sobre un amor que floreció y se apagó:
TANTAS TARDES, TANTAS NOCHES,
Perpetuadas en tu compañía
Y sobre esa laguna te dije que el dolor dolía más que no tenerlo
Y nos besamos largamente hasta que mordiste mis labios
Y nos ocultamos en la sombra que los demás no conocían.

Los ángeles,
Ciudad de recuerdos que siempre hago
Te resuelves como espiral que me hunde en el tiempo
Y sobre tus caminos nunca encuentro el eje de los míos
Que me han deparado siempre una sonrisa al final del día.

Siempre  a ti sobre ti misma he olvidado mis penas
Y cada vez que tus calles se entrecerraban me preparaban una risa en calma
Un abrazo de gentes que no conocía pero que llegué a querer más que mis dientes…
No tuve dónde dormir,
No tuve qué comer,
Y de un día para otro me llené los bolsillos de amor.

Los cielos sobre mi cabeza se enternecieron con mis sonrisas
Y mis ojos reflejaron al ocaso un brillo de existencia
Una vaina de mielina abrigó mi serenidad con abrazos de cariño
Y eclipsó mi sonrisa con la suya, que era más hermosa...
Y a ti, ciudad de ángeles, siempre devuelvo,
El más sincero amor de mi existencia,
Porque en tus tierras, de frío, dinero y bellezas,

Feliz y los recuerdos siempre me tendrán sobre el tiempo. 

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