El Miedo a la Soledad


Lo que a mí más aterraba, en el fondo, no era la soledad, sino el tiempo. Sí, el tiempo. 

Incluso aunque externamente estaba solo, en la pieza o en mis proyectos, siempre estaba o conversando con alguien, o viendo alguna serie, o "compartiendo" esa soledad de alguna forma. Y es curioso cómo la mente tiene muchas vías de escape para evitar esa sensación de soledad. Créanme que si uno está solo en casa, pero viendo algo en Netflix o Instagram, no es enfrentar la soledad de una manera profunda. 

¿Cuándo es que llega ese momento en el que uno se da cuenta? No lo sé, realmente. Supongo que sucede cuando la situación es ineludible, o al menos, las típicas rutas que uno tomaba para escaparse ya aburren. Entonces te das cuenta, casi lamentablemente, que no hay nada más que hacer. 

Entonces observas la realidad desde tu trinchera, rendido al fuego, como si estuvieras en la cima de una gran montaña. Entonces la soledad tiene un gusto distinto, un silencio tal vez agradable, en donde las situaciones que antes te parecían encima, ahora pierden gravedad y se ordenan en la lejanía de los pensamientos. 

Llega un momento en el que te das cuenta que la realidad eres tú mismo, mirándote. Que no existe tal cosa llamada Dios, o al menos, si es que existe, eres tú mismo. Entonces te das cuenta que no hay diferencia entre la realidad y tú, que la observas desde dentro, y cuando crees separarte de ella es cuando existe el tiempo. Por eso me aterraba el tiempo, desde pequeño, porque lo percibía como la inexorable lejanía que me separaba de todos. El ruido que se escucha a lo lejos, cuando lo percibimos tú y yo, no lo hacemos a la misma vez. ¿Me entiendes? Incluso en la percepción más ínfima, estamos cada uno viviendo algo personal que denominamos "tiempo" y dentro del cual cada uno es. Eso me aterraba. 

Pero ahora, entonces, esa soledad es agradable. Es placentera. Se siente tan fuerte, ese silencio, que es como volver a nacer. O mejor dicho, es como recordar lo que se sentía estar completamente vivo, como hace mucho tiempo no lo sentías. Y mucho más allá de eso: entonces te das cuenta que la totalidad de la vida eres tú mismo, allá a lo lejos en los árboles, acá en cada fibra de tu cuerpo. 

Hay soledad, sí. Pero esa soledad te une a todo lo que existe. 

¿La sientes? 

Eso ocurre cuando Dios siente su soledad. 

Comentarios

  1. Hay una soledad suave, tibia y acogedora.... que te empuja al fondo de ti mismo,...
    más allá del dolor, del sufrimiento y el sinsentido,...
    y te presenta una mirada más amplia...
    más abarcadora...

    Y al fondo de ti mismo, recuerdas que eres tu...
    que eres Todo...

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