La Comprensión del Entendimiento


Estos días, el verano ha sido tan insoportable que permite muy poco el pensar. Será por eso que he estado soñoliento por no dormir, y más tranquilo por no poder reflexionar en todas las cosas que han sucedido. Todo ha sido muy repentino, y me ha tomado por sorpresa. No estoy acostumbrado a que las cosas funcionen con tanta justicia: se me ha dado la oportunidad de defender la razón, quedarme con los lazos del corazón, de sostenerme de la mano de quienes me quieren, y de flanquear las adversidades del destino con la cabeza en alto.

He tratado de encontrarme a mí mismo, y ha funcionado. A veces salgo a manejar de noche, cuando el calor ya se ha ido y las calles resuenan en el silencio que se extraña de día. A veces, me siento en el pasto a recordar buenos momentos, abrazos ya lejanos o miradas que han quedado grabadas en mí. A veces, tengo que admitir, me pongo triste al humedecer mis pensamientos con la soledad, pero la abrazo y admito que es lo único que tengo.

Pero admito que no estoy tan solo. Hay comprensión en el entendimiento. Y con ella nos entendemos. Hay complicidad en el hecho de entender los silencios, entender las miradas, entender las sonrisas. Hay comprensión en el hecho de entender las formas de ser, de adaptarse al hecho de no poder verse, de tolerar las mañas con una sonrisa de cariño.

Reconozco que no estoy solo. Hay gente igual de sola que yo. Y la soledad se comparte desde adentro, desde el corazón, cuando sabes que encontraste a alguien que te entiende sin hablar, sin incluso tener que hacer nada.

Hay mucha comprensión en el entendimiento.

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