¿Un Mundo Mejor?
Hace poco discutí con un profesor
que me trató de idealista. De querer cambiar el mundo, de lo absurdo que según
él era tal idea. Me apena mucho no haber escogido sabiamente las palabras para
que entendiera mi postura: yo no quería discutir. Sólo sentí tristeza por su
postura. Le dije que él y yo éramos el mundo. Que si cambiábamos los dos,
cambiaba el mundo. No sé si habrá entendido lo que quise decirle, porque esa
tarde las nubes negras cambiaron los corazones de la ciudad.
Afortunadamente, el colegio se ha
impregnado de personas alegres. Almas entusiastas que aún no apagan sus fuegos
con la frustración del día a día, y juntos queremos demostrar que aún se puede
devolver el camino. Compartimos nuestros
sueños, nuestros anhelos, nuestras frustraciones. Pareciera que camináramos de
la mano el estrecho sendero de la vida, en el cual todos nos dicen que
parecemos ridículos. Que no se puede, que no servirá, que perdemos el tiempo. Y
en el intertanto nuestros ojos, brillando con la luz del entusiasmo infantil,
se pierde en la oscuridad de un mar repleto en historias marchitas.
El día de hoy mis pensamientos
estuvieron, más que nunca, concentrados en la alegría que comparten los
jóvenes, comparada con la melancolía de quienes han intentado algo, y han
fracasado. Veo los rostros de muchos de mis colegas, amigos y familiares,
humedecidos por los sueños que de jóvenes abandonaron, porque seguramente otros
les dijeron que “no se podía”. Me encantaría contagiarlos del entusiasmo de
luchar, de la emoción que se siente caer y volver a levantarse. Me encantaría
recordarles lo hermoso que se siente tener un ego tan liviano que no tiene
miedo a fracasar.
Hoy el día brilló con colores que
anticipaban la primavera que se viene. Nosotros nos reunimos, afuera del
colegio, a compartir nuestras ideas de cómo enseñar de formas diferentes. El
mundo está en crisis, y en nuestras miradas brillantes se comparte la necesidad
de generar un cambio que modifique al ser humano en su esencia.
El cielo oscurecía. La niebla
llegaba. Algunos reían de nuestros proyectos. Pero no descansaremos. Porque en
sus ojos aún brilla el niño que alguna vez fueron, mirando el mundo como la
primera vez. Porque nosotros, unidos, tenemos la misión de volver a hacer
brillar los ojos de todos los que quieran mirar con el corazón.
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