Noches de Sabiduría


                Acongojado por los cambios, cada vez me vuelvo más estoico. Ya no se sufre por las cosas que van sucediendo en la vida, pero tampoco se alegra el momento en el preciso instante en que las cosas suceden. Misterio de la vida que los amigos y la familia despojen de nosotros mismos la esencia que incluso no vemos nosotros, dentro de nuestro ser, sin que nos demos cuenta de cómo reaccionamos. Nos conocemos cada vez más, y en cada acción que realizo, cada pensamiento de este tiempo de soledad, más me voy conociendo a mí mismo. Cada vez que juzgaba a la gente en verdad no la catalogaba, sino que me catalogaba a mí mismo en un círculo de egoísmo.
                Entonces enciendo el auto, soplo mis manos con aliento caliente, y encendiendo las luces me dirijo hacia donde la noche me depare. Los caminos son oscuros, las luces de las calles son brújulas del destino y los semáforos son luciérnagas que me indican dónde virar. Llego a la casa de mi amiga. Pero olvido si quiera decir “aló”. Algo sucede. Hay luz dentro de su casa, pero recuerdo que ella llegaba a las diez de Chillán. ¿Cómo mi mente pudo olvidar un detalle ínfimo pero tan importante? Pensando en todas las cosas que han pasado en mi vida, a veces olvido los detalles. Miro las estrellas, miro hacia el cielo, miro esa luna gigantesca roja y refractada por la atmósfera, esfera eterna que me hace pensar en lo pequeño que soy, en lo insignificante que es mi soledad comparado con la belleza del universo. ¿Cómo acordarme de una conversación y la hora, si hay cosas tan importantes que observar? Enciendo el auto nuevamente, acelero con la serenidad de quién no tiene a dónde ir, y me pierdo en la oscuridad de la noche a ver a mi amigo psicólogo.
                Cuando llego a su casa, ya se asomaba por la ventana. Alegramos el frío de esta ciudad con nuestras risas. Aceleramos con templanza y nos dirigimos hacia nuestro otro amigo matemático. Las risas son inevitables. La amistad retorna como si nunca se hubiese detenido ni por un segundo. ¿Por qué  no pude contener un amor así con mi pareja? ¿Qué hice mal? Si nos dejamos de ver unos días, yo la extraño y la amo aún más. Quizás mis amigos esta noche me ayudarían a entender este dilema, pensé yo. Pero ellos sin saberlo.
                Luego de videojuegos y una conversación animosa, deambulamos lentamente en el auto por el centro de la ciudad. Al final decidimos romper el frío y la niebla en la plaza, conversando acerca de la ilusión gravitatoria en el universo. Descubrimos que las tres teorías de cada uno eran puntos de vista y perspectivas distintas de un mismo fenómeno, y que todas las posibilidades del universo, sus repeticiones de vidas y sus divisiones explicaban este fenómeno. Pero nos alejamos rápidamente de esto cuando le encontramos la solución, dirigiéndonos hacia donde nuestra amiga. Llegamos y entramos dentro de una cariñosa bienvenida. Toda su familia estaba reunida. Hicimos bromas de mi desaparición, conversamos de proyectos, sueños, risas de nerviosismo, amistad. Eres tan complicada amiga, tan enredada, pero tan simple a la vez. La amistad de nosotros es la misma de hace casi ocho años, no ha cambiado nada.
                Luego de conversar hasta el aburrimiento, los tres nos fuimos. Nos dio hambre. Estacionamos en un negocio nuevo de este Linares vendido a las grandes empresas, y un completo con papas fritas y bebida para cada uno amenizó una nueva conversación, esta vez sobre mujeres. La luna gigantesca alumbraba el Toyota que se podía ver a través de la ventana. Las mujeres y nuestra vida, nosotros sin poder entender los cambios que tenía la vida. Les contaba mis proyecciones, mi alegría encontrada en la contemplación de mi soledad y mí mismo, pero extrañándola. Mis amigos contemplaban con alegría sus relaciones, pero asimilando un posible quiebre como algo normal de la vida. ¿Cómo va a ser normal? Pensaba yo. Amar tanto a una persona y dejarla ir, no lo puedo comprender. Yo pensaba de manera inextricable que tal vez, y sólo tal vez,  se da la posibilidad de que estemos juntos, que sepa que yo entiendo todos sus aspiraciones, sueños y deseos simplemente porque yo siento los mismos, que podemos acompañarnos en este camino de libertad sin amarrarnos, sin debernos un compromiso que nos limite nuestra felicidad, sino compartiendo nuestras vidas como siempre lo debimos haber hecho. Pero a través de las estrellas, mis pensamientos jamás le llegarían.
                Abandonamos el local, fuimos a dejar a nuestro amigo matemático, y cuando fui a dejar a mi amigo psicólogo, una nueva luz nos alumbró. Fue una noche extraña. La luna se hacía pequeña y, extrañamente, por cada calle que avanzamos durante estas horas las luces se apagaban a nuestro paso, como si nos siguiera algún enlace eléctrico que causaba interferencia. Estacionamos fuera de su casa, y conversamos al menos por una hora más. Las posibilidades de la vida eran infinitas, concluimos, y compartimos sueños que, hasta ese momento, no sabíamos que compartíamos. Manejé en soledad a las una de la mañana hacia mi casa, escuchando sinfonías de la Universidad de Talca, que despertaron mi mente hacia casi desconcentrarme. ¿Dónde estarás? ¿Qué estarás pensando? ¿Me extrañarás tanto yo a ti? ¿Sabrás que ahora en soledad te comprendo como nunca lo hice antes?
                Pero los misterios no terminaron ahí. La siguiente noche, en medio de una celebración futbolística mi amiga viene a mi casa, sin saber que su ex pololo, mi amigo, que terminaron esa misma mañana, también estaba en mi casa. Pensé que sería incómodo, pensé que todo sería un error bochornoso, pero ellos me demostrarían que todo es posible. Celebramos, reímos, nos abrazamos, todo bien… pero hubo alcohol. Fuimos los tres a dejar a mi amiga a su casa, luego de resolver que mi amigo se quedaría en la mía, y ellos discutían su amor aún no resuelto gritándose en mi oreja mientras yo manejaba incómodamente. Realmente no es que me preocupara tanto, sino que estaba aprendiendo a escuchar y a observar. Ellos aún se aman, de otro modo no discutirían. ¿Por qué terminaron, si aún se aman? ¿Por qué no le demuestran al mundo, y a mí, que si se aman no hay problemas, que todo es solucionable, que los problemas no pueden destruir el amor cuando es verdadero incluso frente a circunstancias tan complicadas? Si fuese verdad para ellos, tan sólo para ellos, yo sabría que era posible, incluso aunque no fuera para mí. Pero dijeron cosas que no querían decir, producto de que se querían en medio de una discusión de alcohol. Y yo pensaba, ellos tienen la oportunidad de conversar, de que aunque no continúen como pareja, poder conversar de la vida, saludarse, entregarse alegría… qué no daría yo por poder hablar con ella a quien extraño, poder decirle sólo “hola”, tener esa oportunidad y no la tengo… y ellos la desprecian discutiendo.
                Pero continué avanzando. Llegamos a la casa de mi amiga. Mi amigo habló con el papá de mi amiga. Ambos se dijeron las últimas palabras. Era una noche mágica. Dije mis palabras de alegría en ese momento tan tenso, tratando de mejorar las cosas… En ese momento, el papá de mi amiga dice: “Pucha que es sabio el David: debería escribir un libro”…

                Yo pensé, tal vez, tal vez no. No soy más sabio que nadie. Estas noches de soledad acompañada significan lo importante que es aprender de la vida. Simplemente estoy aprendiendo. Quizás qué giros dará la vida. Quizás ella vuelva. Quizás no. Quizás salgamos y nos conozcamos realmente como somos. Quizás recordemos estos días como algo trascendental en nuestras. Quizás. Yo sólo estoy aprendiendo de noches de sabiduría…



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