Cambia la Página


                A una de mis mejores amigas se le murió su gatito regalón. En esos momentos de tanta tristeza, ya que en lo personal yo también soy un gran amante de esta especie de animales, no sabía qué decirle. Traté de ser gentil, decir lo políticamente correcto, que las cosas pasarían, que todo en la vida pasaba para mejor. Pero, ¿Acaso un eufemismo anticuado podría calmar la pena de una gran amiga? ¿Acaso lo convencional callaría la gran pena de una mujer que, dada su inteligencia, sabía que el caos gobernaba el universo? Desde luego que no.
                La vida me ha dado pocos golpes, pero certeros. No puedo decir que mi vida ha sido fácil, pero desde luego que muchas personas desearían tener la mía. Hace unos años atropellaron a mi querido primer gatito. Sucediendo frente a mí, el gato se arrastró para morir frente a mí y lo tuve que llevar sin vida hacia el patio de mi antigua casa, donde lo enterré en un hoyo que hice ensuciándome y llorando con él toda esa tarde, y luego las semanas siguientes. Entonces una pregunta de ella me hizo dudar de mi propia valentía al intentar ayudarla: “¿Cómo lo hiciste tú para olvidar ese dolor?”. La pregunta me descolocó. No podía mentirle. No puedo decirle que, en lo fondo muy profundo de mi alma, nunca olvido las cosas: es mi secreto. Nunca doy vuelta la página. Nunca olvidé a mi gato y prometí no encariñarme de algún otro animal. Ahora tengo otro gato, lo amo mucho, pero nunca será el primero y tengo que aceptar eso. Y nunca doy vuelta las páginas. Aprendo a vivir con el dolor. No puedo tolerar no ver a las personas, mantengo a mis amigos, guardo toda clase de objetos sin sentido, conservo mis juguetes de infancia… Y más aún, no puedo ocultarle mis mayores secretos. Que  aún duermo con los dos peluches que me regaló mi ex polola que ya no quiere verme, que no puedo borrar sus fotos, que no puedo tolerar estar lejos de toda la gente que quiero, que no puedo ni siquiera liberar mi propio ser interior por los lazos tan fuertes que tengo con la gente que quiero… No puedo mentirle.
               
                “El dolor no se va, amiga”. Debes aprender a vivir con él. Hacerte fuerte de él. La vida no es sólo alegrías, y si hay gente que olvida las cosas malas quedándose con sólo las buenas es porque escoge sólo ver la mitad de las cosas; tapar el sol con un dedo, vivir la vida a medias, engañándose a sí mismas.

                ¿Qué dar vuelta la página es bueno? Desde luego que sí. Pero también es bueno encerrarse todo el invierno para no enfermarse. Supongo que llegar a ser adulto es aceptar la vida como es, entendiendo y volviéndote fuerte, para poder ser algún día el apoyo y mástil de quien decidas educar en la vida, sólo si eres lo suficientemente valiente para hacerlo. No cambies la página: léelas todas de nuevo para aprender. 

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