Ha Pasado la Tormenta
Ha pasado la tormenta por el
valle. Las noches se han alargado, con cada vez más presencia de la luna,
perpetuando mis reflexiones sobre la vida, sobre el tiempo, sobre el mundo.
Se acerca poco a poco el
solsticio de invierno, presagiado por un eclipse solar que desde esta ciudad no
podré ver. Contemplo el movimiento de las estrellas desde mi habitación,
acompañado de mis libros, mis guitarras, y los pequeños objetos anhelados de mi
corazón que me acompañan adornando mis paredes.
Hay distancia entre los
corazones. Veo a amigos cercanos vivir en pareja, llenando de cariño cada uno
de sus días. Veo a amigos cercanos abrazar a sus hijos, contándome cuando se les
cae un nuevo diente, o cómo aprendieron a avisar que quieren hacen pipí. Veo a
mi hermano, entusiasmado y con el espíritu lleno de amor esperando a su futuro
hijo. Algunos se acercan a mí buscando palabras de aliento, comprensión, algunos
momentos de escucha.
Una persona puede mentirles a
todos, pero menos a sí mismo. Y cuando le hablas al otro como si fuera parte de
tu alma, la mentira deja de ser una opción. Cada uno debe encontrar su propio
camino, dedicarse a lo que le apasiona, buscar su propio destino en este mundo
curioso y misterioso.
Yo no encuentro mayor retribución
para mi alma que llenar de corazón cada cosa que hago. Todos los pasos, todas
las miradas, todas las acciones llevan tarde o temprano hacia su propio curso. Creo que nunca antes me había sentido más "yo mismo".
Mente y corazón deben estar
abiertos, vacíos, sinceros y anhelantes. Todo encontrará su curso. Cada palabra
encontrará su sentido, cada cuerpo encontrará a los brazos que lo reciban: cada
mirada, tarde o temprano, encontrará en los ojos de otro el reflejo de su
propia alma.
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