El Lenguaje del Corazón

Llega un momento en la vida en el que dejamos de confiar. Dejamos de escuchar a nuestro propio corazón y hacemos lo que los demás dicen que es correcto hacer.

La mayoría de nosotros tenemos miedo de conocer, real y completamente, a otra persona. Nunca conversamos de temas trascendentales con otros, cosas profundas, nunca preguntamos hasta los miedos más escondidos, nunca queremos saber todas las respuestas del otro, nunca escuchamos con atención el alma de quien nos habla.

Hablamos de los temas que están de moda, evitamos conversar de nuestros miedos, esquivamos las conversaciones que tienden a "irse en la profunda" y preferimos hablar de otros. 

En el amor, al parecer nos enamoramos de la forma en que todos lo hacen. Besamos escondidos, nos reímos sólo cuando es necesario reír. Escondemos nuestras rarezas, nuestras cosas extrañas, nuestros miedos sin sentido.

Pero el lenguaje del corazón es universal. Sólo tenemos que utilizarlo más a menudo. A veces, en una discusión, llega un punto en el que las palabras sólo empeorarán las cosas. Nos damos cuenta que si callamos, cerramos los ojos, y abrazamos a quien tenemos al frente, la discusión se acaba. Otras veces, un chocolate entregado sin sentido le dice al otro todo lo que tenemos que decir: que lo extrañábamos, que queremos alegrarle el día, que queremos que esté feliz. O incluso el gesto más sencillo: una sonrisa. Si es entregada en silencio y mirando a los ojos, sin ninguna palabra al cruzarnos con esa persona, le entregará todo nuestro ser. 

Necesitamos hablar más con el corazón, y menos con las palabras. Porque las palabras a veces hieren, mienten, pero un abrazo nunca lo hará. Porque hemos sido heridos y dañados, pero pocos se han detenido a acompañarnos. Porque estamos acostumbrados a besar al saludar, pero no a hacerlo lentamente en la mejilla, con calma y sinceridad. 

El lenguaje del corazón es la mejor forma de sanar, porque no puede nunca equivocarse. 

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