Por qué Amamos (extracto de "Cuando Dios Siente su Soledad")

En muchos momentos de mi existencia, me he preguntado por qué amamos. Por qué mantenemos lazos tan fuertes con cosas en nuestra vida, y entregamos nuestro corazón hacia las vivencias que nos marcan, y nos hacen crecer. Por qué nos gusta sentarnos en la cama a mirar por la ventana, a pensar en nosotros mismos mientras vemos cómo la lluvia cae, mientras que cuando nos preguntan respondemos que no pensábamos nada; por qué volvemos a escuchar esa canción que sabemos nos da pena; por qué nos encariñamos tanto con ese niño que viene hacia nosotros a preguntar por qué es sol se ve tan pequeñito: son cosas en la vida que por más pequeñas que parezcan, nos moldean, nos marcan. Y entonces nos preguntamos, por qué queremos tanto a nuestros amigos, por qué nos encariñamos tanto con gente que tal vez no nos quiere tanto, por qué extrañamos tanto a nuestro ser amado, o por qué nos cuesta tanto dejar los lazos que formamos en nuestro camino hacia la felicidad. Por qué amamos tanto lo que nos gusta, ese color, esa forma de ser, ese aroma, ese deporte, ese pasatiempo. Tal vez lo más inquietante de todas estas reflexiones no sea por qué amamos en este mundo, sino por qué elegimos amar lo que amamos, por qué se nos olvida amar aún más y, más aún, por qué no amamos esas otras cosas que debiéramos querer pero pasamos por alto. Y se nos olvida lo mucho que amamos la voz de esa persona que hasta soñamos conocer algún día, pero que aún no aparece, o quizás se nos olvida lo mucho que amamos despertar en la mañana  y, antes de abrir los ojos, sonreír; lo mucho que amamos salir a andar en bicicleta cuando llueve, y amamos abrazar fuerte sin abrir los ojos, escuchar el viento entre los árboles, tocar las ramas de los árboles cuando pasamos por el lado de ellos, sentir el pasto por debajo de nuestros pies descalzos, abrazar a nuestros amigos más seguido aunque ellos no quieran, sonreír tan seguido aun cuando queremos aparentar ser personas serias, mirar las estrellas sin saber cuál es cuál, dormir hasta tarde sólo para saber si alguien vendrá a despertarnos… tal vez nos enfocamos tanto en lo que no nos gusta sólo para olvidar lo maravillosa que es la vida. Entonces, me pregunto de nuevo si olvidaremos tantas otras cosas que hemos venido a la vida a amar. Nuestros amigos, familiares y pareja en la vida son los factores que nos recuerdan que amar es lo primero: a veces endurecemos nuestros corazones en búsqueda de la exclusividad del amor; buscamos a alguien que llene ese vacío del corazón sin darnos cuenta que somos nosotros quienes debemos llenarlo. Muchas veces la pena y la ansiedad invaden nuestro  corazón, sobre todo cuando queremos y nos desilusionamos de querer. Entonces nos refugiamos en un muro de excusas, culpando al mundo y a los demás por cómo nos sentimos. Pero olvidamos que la felicidad es algo propio, que nadie puede arrebatarnos, y que controlamos nuestros sentimientos como controlamos nuestras decisiones. Nos damos cuenta; elegimos ser felices en lugar de culpar a las circunstancias.
                Amamos en nuestra vida, porque escogemos hacerlo. Amamos las flores pequeñas y coloridas, los amaneceres con muchas nubes,, las caricias en el cuello, las cosquillas en la cintura y en los pies, las alegrías pequeñas de desayunos de domingo, los abrazos fuertes de padres brutos, los sensuales masajes de espalda , los paisajes verdes y llenos de vida, los rostros hermosos de esas personas secretas, las voces apacibles de nuestra madre, los autos tiernos (minis y escarabajos), los nervios antes de las pruebas, las sorpresas abruptas y de finales felices, los enigmas, los sonidos, los idiomas, los colores, los escalofríos. Y Debemos reconocer también que amamos los tropezones con golpes en el meñique,  las vergüenzas pasadas que luego da risa recordar, los bochornos en los amores, las preocupaciones, los chismes. Y más aún, amamos a nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestros vecinos, nuestro amor, que aunque lo tengamos o no, siempre existe para nosotros, en definitiva: todas esas  personas que hacen de nuestra vida algo sumamente hermoso. Amamos en nuestra vida porque de otro modo no podríamos vivir, amamos porque se nos llena el corazón haciéndolo, y se nos acabaría la vida si no lo hiciéramos. Amamos porque, por más y más que lo pienso, no me imagino una vida en la que no se ame.

                En muchos momentos de mi existencia, me pregunto  por qué amamos. Pero  cuando lo hago, de ahora en adelante, olvido la pregunta y me pongo a pensar, en cambio, que me falta por amar aún más.


Creado por David Rodríguez.
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