Fotografías


Me enamoré de tus fotografías. Tú ya sabes, es lo único que puedo ver. Son miradas que no me esquivan, ni me odian, que no se detienen y que me esperan para cuando estoy preparado; miradas que no son de desprecio, y no me  preocupa que se puedan gastar en el momento. Me enamoré de todas esas sonrisas que, por más que las mire, no me ponen nervioso. Me enamoré de todos esos momentos en los que puedo programarme y proponerme que observaré tu rostro por horas, sabiendo que me observarás sin detenerte, sin pestañear, y tus sonrisas hacia mí serán eternas, imborrables, inquebrantables en el tiempo. Memorizo tus facciones, la forma de tus ojos y de tus labios, que me parecen perfectos. A veces cierro los ojos por unos segundos, frente a una fotografía tuya, y los abro nuevamente, para ver si has dejado de sonreírme. Contemplo por largas horas las diferentes versiones de tu rostro sonriente, tratando de encontrar algún defecto, algún detalle que no me guste, para poder redimirme y dejar de verme como un estúpido hablando frente a una imagen inerte, pero por más que intento, se me pasan las horas de largo.
No he querido caer en un cliché. Reconozco que te conozco poco. Quizás sonríes de la misma forma en persona si me conocieras más, o quizás eres una persona que no sonríe muy a menudo y sólo lo hace frente a la cámara. No he querido hacer un cliché de mi afición por ti, y para distraerme observo otras mujeres, en la vida real, y salgo a recorrer el mundo en busca de emociones y actos venideros: la vida, se me pasa. Salgo en las noches. Pero llego a mi refugio y vuelvo a observar tus fotografías, les sonrío y les saludo: les hablo. Te cuento las cosas de me suceden, mis aflicciones y mis sueños, esperando que me contesten. Trato de acercarme a tu rostro, tanto como me lo permita la indecible separación del grosor de un vidrio y un papel, para poder sentir algo de tu rostro. Pero no puedo lograr sentirte, no puedo sentir calor en tu cara.
A veces me siento observado. Pretendo hacer mis cosas en la habitación, contento de que me sonríes y que te alegra lo que hago. Me motiva a ser una mejor persona, a esforzarme en mis pequeñas metas y mis diminutos sueños. Intento imaginar que te gusta como soy. Intento imaginar que te agrado, que sonreirías si me vieras frente a ti. Nunca olvido saludarte cada día, y de tanto hacerlo me he memorizado tu rostro. Me alejo de casa, me dispongo a salir al trabajo, hacer las cosas cotidianas, , pero veo tu rostro en cada aviso publicitario, veo a tu persona en cada mujer que se me cruza por las calles.
Realmente, me he enamorado de ti.
Quiero abrazarte, quiero que sepas que te quiero.
Quiero que sepas que no quiero poseerte, ni tampoco atarte a mí. Sólo quiero que sepas que deseo estar contigo, verte todos los días.
Quiero que sepas que tengo tu fotografía.





Creado por David Rodríguez.
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