Las Pechoñas
La mañana se presentó con una cariñosa neblina, que parecía ser abrazada por un sol que tenía miedo a salir. Un sol tímido, miedoso, que alumbraba nuestros melancólicos pensamientos. Yo caminé como siempre a mis destinos, con la mirada vieja de alguien que sólo se ríe de la vida. Los niños en la clase llenan mi espíritu de alegría. Me entusiasma mucho ver tantos rostros llenos de entusiasmo, de chispa, de ganas de vivir. Me doy cuenta de una maravillosa verdad: si les enseño con cariño y amor, sus ojos brillan cálidamente y escuchan en silencio. Me quedo pensativo con esta idea, tratando de entenderla. ¿Cuándo las personas dejamos que la vida se nos volviera tan fría? ¿Cuándo apagamos nuestros corazones, por miedo a ser heridos? Luego me encuentro en una reunión con otros colegas, en la cual reímos alegremente. Ahí me doy cuenta que todas las conversaciones que uno tiene en el día tienen relación. Ellos debaten sobre el ser falso o ser auténtico, siguiendo lo que uno si...