Entre Risas y Nerviosismos
Era una mañana apacible de día sábado. Tranquila. O al menos empezó así. Porque no había tomado la guitarra por más de 20 minutos cuando tuve que salir al centro a hacer trámites. Debería ser judío, al menos podría descansar los sábados. Pero no, tuve que resignarme a dejar la canción a medio tocar y reparar uno de esos celulares con botones, que ya nadie ocupa, pero que típico nuestro padre atesora y le fascina. Encendí el motor del auto bajo los sonidos de una radio, que a veces, suena mal. Sé que tengo que comprar una nueva, pero las cervezas cada día están más caras y un hombre tiene prioridades. Cuando voy saliendo, me saluda la típica vecina que barre el frontis de la casa como pretexto para copuchentear qué diablos estoy haciendo. La miro lentamente, la saludo, mientras observo que en el interior de la casa hay muchos juguetes botados en el suelo, junto a un sostén de color rosado. Me río sin poder disimularlo, pero la vecina cree que le estoy coqueteando, lo que se...